“A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa; la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias; la elección del propio camino.”
Victor Frankl
El hombre quien escribió lo anterior se encontraba prisionero en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Todo le había sido arrebatado brutalmente, hasta su más elemental dignidad. Sin embargo, en el momento más oscuro y terrible que se pudiera imaginar; afirmó que nadie le podría quitar la libertad de decidir cómo iba a sentirse al respecto.
Quiero narrarte una experiencia, la mía, tan única y libre como la tuya. Pero la premisa de esta historia es que somos absolutamente libres de elegir cómo reaccionar ante un acontecimiento que ponga patas arriba nuestra vida; y que tenemos, si queremos; el poder de transformarlo en alas para volar.
Yo me decidí por las alas, como muchas valiosas personas que he encontrado en este viaje decidieron transformar una adversidad en oportunidad de transformación.
Aquí hay un poco de todo, porque es un diario de viaje que va cambiando en la medida que lo vivo, y en el que mi mayor satisfacción será que, si algún día que espero lejano, te llegas a sentir al borde de un precipicio; mi experiencia pueda ser útil para demostrarte que es el momento para desplegar tus propias alas, mirar al cielo y emprender el vuelo.
Un dia me enseñaron que la vida esta llena de eventos a lis cuales uno les da la connotación deseada, o aprendida ante el mismo. Y tu? Decides, estar triste, contento o feliz por algo que pasa y no esta en en tu control?
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Muchas gracias por tu comentario. En mi humilde experiencia, hay que evitar la trampa del optimismo obligatorio. Si un acontecimiento fuera de control provoca tristeza, es natural estar triste. Pero creo que cada quién es libre para decidir qué hacer con esa tristeza. En lugar de preguntar ¿Por qué?, preguntarse: ¿Para qué? ¿Qué puedo construir con esto? Llegar a esta pregunta significa que se ha encontrado un propósito de vida, porque ese es a la vez el motor y la hoja de ruta. Un propósito centrado en el ser, no en el tener. Entonces es cuando la persona puede ejercer esa libertad de elección.
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